Coyoacán, el testigo de juramento de amor de la pareja más famosa del arte mexicano.
La plaza de Coyoacán, en la Ciudad de México actualmente es el lugar de reunión dominical, en ella convergen desde diversos puestos de comida tradicional, hasta los espacios dedicados al disfrute gourmet, no solo siendo uno de los puntos más visitados por turistas y habitantes de la capital, sino también ha sido un sitio predilecto para que extranjeros decidan residir ahí permanentemente.
El hoy espacio para organizar trotes nocturnos, visitas gastronómicas, reuniones con amigos y cenas con familiares, fue testigo de una de las uniones más conocidas en México, el matrimonio de Frida Kahlo y Diego rivera. Corría el año de 1929, un 21 de agosto cuando Frida hizo los arreglos necesarios en el registro civil de Coyoacán para contraer las nupcias, decidida pidió un reboso, una blusa y una falda a la sirvienta y junto con Diego quien vistió un traje a la americana color gris junto un gran sombrero americano, decidieron comenzar una veleidosa travesía que marcaría sus vidas.
Esta unión que hoy en día en el arte mexicano es tan bien conocida, fue motivo de fiesta en casa de Roberto Montenegro, la cual gracias al pulque y el tequila terminó en polémicas discusiones y alborotos al espacio público; a pesar de todo, Coyoacán fue testigo de la unión de una joven artista de 22 años y de un consolidado pintor de 43, que marcarían el rumbo del arte mexicano de su tiempo a través de todo el globo terráqueo, siempre relacionados pero valorados cada uno por sus producciones artísticas, complementando, reuniendo tal como sus vestimentas lo mostraron en día tan importante, la unión de dos mundos, el tradicional y el de las grandes ciudades.
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